miércoles, 17 de diciembre de 2014

MEGAPROYECTOS: UNA CONTRADICCIÓN DEL MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA


La intención de esta entrada es la de contextualizar conceptualmente, de forma breve y sencilla, los llamados conflictos socioambientales que originan los megaproyectoscomo es el caso del Proyecto Hidráulico Las Cruces que impulsa la CONAGUA y la CFE en el municipio de Estación Ruíz en el Occidental estado mexicano de Nayarit y que supondría la construcción de una presa con una cortina de 180 metros de altura para, principalmente, echar a andar una hidroeléctrica justo en el cauce del río San Pedro Mezquital y que desemboca en las Marismas Nacionales.
Entonces, este proyecto involucra a una enorme cuenca de varios cientos de kilómetros que comprende múltiples afluentes en la Sierra Madre Occidental que, como sabrá el lector, corresponde al territorio náyeri o cora en el que se ubican otro tanto de cientos de sitios sagrados para este pueblo originario y que son compartidos también con los wixaritari o huicholes y que estarían siendo inundados por la represa.
Para las comunidades náyeri y wixáritari practicantes de su fe, este proyecto pretende una profanación y ultraje de los sitios sagrados en donde cuevas, rocas y relieves en específico –según el caso- materializan las divinidades a las que dejarían de tener acceso para su culto. Esto es equiparable a la prohibición de Plutarco Elías Calles hacia los católicos para que celebrasen sus Misas y a la profanación que hizo el Ejército Federal de Sagrarios y Altares religiosos en la década de los 20 en México.
La siguiente explicación está dirigida principalmente para los servidores públicos que son los impulsores del megaproyecto que han dado en llamar el PH (proyecto hidráulico) Las Cruces.
Sin más preámbulo iniciemos. Se ha dado por denominar megaproyectos a aquellos planes de infraestructura, de extracción y de producción que por sus dimensiones, retornos esperados e impactos ‘previsibles’ constituyen un desarrollo de escalaregional y que beneficia/afecta a diversos sectores poblacionales a su alrededor. Estos megaproyectos tienen como premisas fundamentales 1) que el beneficio supera con creces las afectaciones y 2) que no existe otro lugar alternativo para la realización del proyecto que ofrezca mejores indicadores de eficiencia.
Sin embargo, el desarrollo de tales megaproyectos deriva en conflictos socioambientales. Los conflictos socioambientales, siguiendo a Martinez-Alier (1998, 2003, 2008, 2011a, 2011b) se acuña a partir de dos aproximaciones un poco distintas a un mismo fenómeno que, al tener dos facetas, se estudiaba tradicionalmente por dos disciplinas un tanto distintas en nuestros días, la Ecología y la Economía, pero profundamente emparentadas.
Por parte de la ecología política (Toledo, 2008) nos encontramos con que los grupos sociales originarios hacen un manejo de sus bienes naturales de tal forma que mediante el aprovechamiento de los mismos se logra su conservación y reproducción pero cuando aparecen tales megaproyectos se impactan cauces de ríos con las presas, se contaminan mantos freáticos con el fracking, se devastan bosques para construir carreteras, etcétera, con lo que se destruye el sistema socioambiental del que dependen grupos humanos y ecosistemas de forma simbiótica.
Por otro lado, la economía ecológica (Naredo, 2005) ha demostrado que la capacidad de carga planetaria ha sido sobrepasada por la dimensión de extracción de materiales y energía, la tasa de industrialización y consumo de manufacturas y el volumen de desechos y deposiciones, esto es, se consume por encima de la capacidad de ‘reposición’ de bienes naturales y muy por encima de la capacidad de descomposición de los residuos. No hablamos de los combustibles fósiles que es energía acumulada y que, tal como acumulada, es irrecuperable.
En México, según Ochoa (2012), existen al menos 95 conflictos socioambientales derivados de los megaproyectos que han venido impulsando diversas instituciones gubernamentales y la iniciativa privada empresarial, conforme a la siguiente tabla del mismo autor.

Conflictos socioambientales
Estos conflictos socioambientales se encuentran distribuidos conforme al siguiente mapa, elaborado por Celia López (Ochoa, 2012).
Mapa Conflictos socioambientales
En definitiva, los megaproyectos han sido asociados a los conflictos socioambientales, tanto por ecologistas como por economistas, porque tales desarrollos surgen como iniciativas para la ampliación de infraestructuras (carreteras, agua potable, almacenes, etc.), para aprovisionar la demanda de materiales y energía (minería, represas, sistemas eólicos, etc.), o para incrementar capacidades productivas –y así abaratar costes y distribuir mejor- a escala industrial (maíces transgénicos, producción de aceite de palma de coco o simplemente rellenos sanitarios y espacios para depositar residuos sólidos). En síntesis, el axioma que está a la base de lo anterior es la promesa del crecimiento económico y, como desde hace más de 50 años, de bienestar.
De tal forma es el frenesí por incrementar, aumentar, ampliar y desarrollar que la pregunta obligada es ¿para qué? Es decir, ¿para qué construir una autopista que atraviesa un bosque milenario del que dependen cientos de campesinos y sus familias? ¿Para qué establecer un puerto marítimo que afectará manglares y marismas del que dependen camaroneros y pescadores? ¿Para qué permitir la minería a cielo abierto en Wirikuta mientras que se afectan centros ceremoniales que son parte integral de un bien intangible de la humanidad? ¿Para qué construir una presa hidráulica que afectará un sistema socioecológico (cultural y natural, pues) del que dependen cientos de familias indígenas? Para todas las preguntas anteriores, la respuesta es la misma: para lograr el crecimiento económico, el desarrollo y finalmente el bienestar.
Sin duda, no es el bienestar de los afectados por los megaproyectos. Evidentemente, los afectados no son quienes usarán oro en gargantillas y pulseras, ni tampoco quienes consumirán cortes de res alimentados con maíz transgénico, ni tampoco quienes lograrán acceder a un suministro de alta tensión para su uso industrial, ni tampoco quienes con una autopista pueden desplazarse en menos tiempo a través de la selva o el bosque. Ellos son los consumidores que se benefician de la existencia de tales megaproyectos porque entonces habrán mercancías y productos para –valga, pues- consumir.
Los beneficiarios de los megaproyectos, entonces, son los dueños. O sea, los inversionistas. Los que siendo dueños -o con crédito bancario suficiente- son capaces de colocar sobre la mesa el Capital necesario para hacer el megaproyecto realidad. Existen salvedades, como en el caso de que quien invierte sea una empresa paraestatal con participación, directa o indirecta, de personas físicas. En la azarosa serie de casos posibles y variantes, siguen siendo capitalistas. Por lo tanto, la pregunta clave es ¿para quién? El desarrollo, crecimiento económico y bienestar: ¿para quién?
Y finalmente, tenemos a los afectados por las construcciones, contaminaciones, inundaciones, talas, desecamientos, y un muy largo etcétera. Aquí se ubican los Náyeri y Wixáritari que se volvieron a reunir el domingo 14 de diciembre pasado en la localidad de Presidio de los Reyes, Ruiz, Nayarit.
Es muy claro que 1) el beneficio para la CFE-CONAGUA del PH Las Cruces supera las afectaciones que, mediante cauces legales y movilización social, las comunidades Náyeri y Wixáritari podrían causarle a quienes dirigen tales instituciones públicas; y 2) el costo-beneficio y otros indicadores financieros, es decir, los retornos que ofrece el PH Las Cruces para sus beneficiarios reales permite un margen de maniobra suficientemente amplio para administrar el conflicto y dar la batalla “legal”. Dos ejemplos, intentar la ‘consulta de asamblea’ con 5 personas y condicionar el acceso a apoyos públicos son meramente inversiones que ya están contempladas.
Los megaproyectos, como el PH Las Cruces, están movilizados por la dinámica de la reproducción del capital que requiere siempre-de-más para continuar siendo. Ya Marx (2001) había señalado la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, como una contradicción del modo de producción capitalista que anticipa su colapso pero que logra aplazarlo mediante diversas triquiñuelas, una muy preferida de la clase burguesa es la acumulación por desposesión como señala Harvey (2004) y que no podremos discutir aquí, sino en otro momento, pero que es la razón fundamental para el desarrollo de megaproyectos que permitan nuevas inversiones de capital que externalicen sus costos hacia el trabajador y hacia la naturaleza. Y así sea posible el aprovisionamiento de energía y materiales a bajo precio para las manufacturas y su consumo masivo, de manera que el ciclo se complete con retornos jugosos que repunten los indicadores de costo-beneficio de tales inversiones.
Los megaproyectos constituyen la fuente de un conflicto socioambiental cada vez más cruel y al mismo tiempo estéril: en lugar de redistribuir las tasas de consumo de forma equiparable, el discurso tecnócrata –como lo ha hecho desde hace unos 30 años en México- continúa insistiendo en que producir/desarrollar/crecer más permitirá que ahora sí los empobrecidos y marginados tengan acceso a mejores condiciones de vida. Esto no es así y lo hemos comprobado, año tras año de vivir en este país.
El problema no es producir más, sino redistribuir. No es cosa de más desarrollo, sino de acceso. No es cuestión de crecer más, sino de que sea parejo. No es cosa de tener más alto PIB, sino de que los USD$10,410[1] efectivamente reflejen las contabilidades domésticas y no, como es el caso actualmente, mediante la media se encubra la brutal asimetría que campea entre, digamos Carlos Slim y una familia náyeri en Presidio de los Reyes.
Al final, este esfuerzo es inútil porque los recursos planetarios son limitados y la capacidad de absorción de energía y materiales de desecho que tienen los ecosistemas es también finita -no así la burbuja del crecimiento económico y la fantasía de acumulación de valor con tendencia hacia el infinito que suponen los tecnócratas. Ya se ha dicho en varias ocasiones y de diversos modos: cuando hayamos consumido el último árbol para producir papel-moneda, no habrá nada qué comprar.
En ese contexto se inscribe la defensa del territorio náyeri en México, de frente a la presa Las Cruces. A continuación algunas imágenes de la Asamblea y la visita a la Muxatena para realizar una inspección colectiva de las afectaciones en este sitio sagrado.
POR FAVOR, SI TE SOLIDARIZAS CON LA DEFENSA DEL TERRITORIO NAYERI: COMPARTE EL LINK DE LA FOTOGALERIA CON TUS FAMILIARES Y AMIGOS. GRACIAS.
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FOTOGALERIA ASAMBLEA NAYERI Y WIXARITARI EN PRESIDIO DE LOS REYES, RUIZ, NAYARIT, MEXICO EL 14 DE DICIEMBRE DE 2014 PARA LA DEFENSA DEL TERRITORIO NAYERI Y SUS LUGARES SAGRADOS A LO LARGO DE LA CUENCA DEL RIO SAN PEDRO MEZQUITAL